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jueves, 10 de marzo de 2016

EL GATO EN LA LITERATURA

En la literatura se puede destacar el poema narrativo La gatomaquia de Lope de Vega, la fábula El gato con botas de Charles Perrault, también aparecen en títulos como Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll, The Cat in the Hat de Theodor Seuss Geisel, El gato negro de Edgar Allan Poe, Oda al Gato de Pablo Neruda, etcétera.

En la famosa colección de libros del Mundodisco, del escritor inglés Terry Pratchett, la figura del gato es recurrente, ya que a lo largo de toda la colección, se repite varias veces que, aparte de los magos, únicamente los gatos pueden ver a la Muerte.

El escritor argentino Julio Cortázar poseía una extraordinaria afición por los gatos, la cual era compartida por Jorge Luis Borges, quien dijo del gato (aunque en realidad se refería a todos los animales) que era "eterno, pues para él, el tiempo no existe". Ernest Hemingway criaba numerosos gatos en su casa de Cuba. Muchos de ellos tenían una malformación congénita en las patas llamada polidactilia. Muerto Hemingway, esos gatos fueron cuidados y preservados, permitiéndose su reproducción. Hoy en día, muchos ejemplares que viven en los alrededores de la casa del literato siguen presentando dedos supernumerarios, señal clara de que se trata de descendientes de aquellos que poseía el ganador del Premio Nobel. Otro importante escritor con una considerable cantidad de gatos fue Carlos Monsiváis al cual se le podía ver rodeado de sus gatos en las entrevistas que daba en su casa. El polifacético Francisco Nieva, escenógrafo, dramaturgo, director de escena, narrador, ensayista y dibujante español dedicó a su "Rayito" un artículo titulado «El gato» publicado en el diario ABC el 26 de julio de 1998

En su novela Cementerio de animales, el norteamericano Stephen King retrata a un gato inmortal ("Winston Churchill") que es capaz de resucitar al ser enterrado en una necrópolis de nativos americanos.

También a los habitantes de Madrid se les ha apodado «gatos» debido a que, según la leyenda, la conquista de la ciudad por las tropas de Alfonso VI a finales del siglo XI, se realizó mediante el asalto de la muralla por la que treparon las tropas castellanas.

Otras leyendas señalan en cambio que este apelativo de «gatos» les fue otorgado a los ciudadanos de Madrid en la Edad Media por su gran habilidad a la hora de trepar por murallas y acantilados con las manos desnudas.

En círculos espiritistas se suele tener observancia del comportamiento de estos felinos como indicadores de posibles presencias de ultratumba

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