Es frecuente que los padres, ante la insistencia machacona del niño, se
pregunten sobre la conveniencia de introducir una mascota en el hogar. El
hecho de planteárselo y sobretodo si consultan algún especialista, ya es un
gran paso, puesto que de una primera decisión mal tomada (especie de animal,
raza, tamaño, etc) se derivan muchos problemas posteriores. La decisión de
adoptar un ser vivo en nuestro hogar debe ser razonada y consensuada entre
todos los miembros de la familia. Está demostrado que el perro que se adopta
sin habérselo planteado, con urgencia y en una situación un tanto “forzada”
(pobrecito, nadie lo quiere, mira que mono, si no crece, …), es mayor candidato
a presentar problemas o incluso al abandono. Las diferencias entre unas
especies y otras, dentro de las que pueden mantenerse como mascotas, serán
grandes tanto en lo que aportan de convivencia o interrelación con los
miembros de la familia como, lo que es casi más importante, en su necesidad
de cuidados